
LAVADO MENTAL



De pronto cuestiono la libertad porque nadie se salva de algún tipo de manipulación. Lo mismo nos compramos una ideología mística que patrones familiares o el discurso mediático. Me interesan en particular los mecanismos de control en sectas, remedios prodigio y guías espirituales, no sólo por denunciar la charlatanería New Age, sino por haber vivido algo similar en el desierto, algo que podría servir de ejemplo confesar.
Si Renato lo hubiera querido, pudo haber comenzado una secta conmigo. No es que quisiera lavarme el cerebro, sino que yo me dejé apantallar por su grandilocuencia e historia de vida, asumiendo la carrilla por ser un citadino fresa para encajar entre la banda y validarme ante nuevas figuras de autoridad. Lo mencioné de pasadita en la introducción de esta Temporada y al respecto de “ponerme de pechito” en otros dos posts.
El primero habla sobre perder la inocencia de sentirme tan chingón, como para nunca ceder mi voluntad. Por evitar confrontaciones o sentirme ofendido, fui asumiendo como ideales las revelaciones contra mis máscaras de familia, educación, creencia o clase social. El segundo texto, remite esta respuesta sumisa y la autoexplotación al bullying desde mi infancia. Renato nunca fue violento ni abusivo -coacción-, pero la presión en su discurso -coerción- llegaba a invalidar mis opiniones por ingenuas, imponer sus formas de actuar y modificar mi perspectiva en diversas maneras.
Todo rasgo fresa era motivo de cotorreo; la inexperiencia en labores cotidianas, actitudes chilangas o comentarios cultos prejuzgados como inocentes. Se me pidió tener poca relación con la banda; el chisme y la suspicacia eran constantes contra vecinos, otros artesanos y gente en general. Renato y su pareja estuvieron en luchas sociales; ver el noticiero nocturno era una cátedra de pesimismo existencial ante poderes, conspiraciones y la decadencia humana. Y a pesar de sentirme minimizado, solitario y abrumado por las dosis de realidad, en verdad agradecía el intenso aprendizaje.
Como en esta dinámica de anular, aislar e influir mi mente, nunca hubo intención de explotarme, pude llevar por mí mismo un proceso de liberación. Mi rebeldía natural causó discusiones frecuentes con Renato y preferí mudarme al terreno a un kilómetro de casa. En algunas pláticas con la banda, también me enteré de chismes suyos que fueron nivelando su imagen. Y luego de un viaje de peyote, tuve la revelación de haberme dejado apantallar, ponerme de pechito y no defender mi voluntad por andar fumando demasiada mota.
Por eso cuestiono: ¿Soy libre cuando elijo -y agradezco- el maltrato para acelerar mi aprendizaje? Aquí sospecho un condicionamiento del bullying y la falsa cultura del esfuerzo, que facilitan el sometimiento a través de la vergüenza (burlas, descalificar, intimidación) y de ofrecer, a la vez, el remedio para quedar bien. Mis padres fueron al desierto al final de mi estancia, en parte por ver si no estaba en una secta al oírme al teléfono justificando las ideas de Renato.
¿Soy libre de volver a caer en la manipulación? Aquí agradezco a mi familia el educarme en libertad de pensamiento. No me salva, pero pone en alerta contra falsos guías y mañas de persuasión comunes en caminos místicos, además de que una exnovia fue desprogramada de la Dianética y le aprendí mucho al respecto. Quizá por eso, no soy miembro activo de los grupos de mis Maestros Uru y Mauricio, a pesar de tener muy claras diferencias de un sistema sectario.
¿Soy libre para sostener mi forma de pensar ante cualquiera? Aquí reconozco una parte de inseguridad en mi aprendizaje autodidacta y otra de impulso por mi rebeldía. Sé que puedo ubicar y mandar al carajo a un charlatán, pero no es tan fácil notar las dinámicas viciadas o excesos típicos de una secta que pueden darse en todo colectivo: Devoción al líder sin cuestionamientos, favoritismo por una persona o facción, varios niveles de involucramiento sexual, recelo de abrirse a distintas fuentes de conocimiento y muchas más.
Sin duda, no somos tan libres como nos hacen pensar y nos queremos creer. La gente más brillante cae igual en el fanatismo sectario y la propaganda política, como en la manipulación de parejas narcisistas y de una chaqueta mental (un lavado, hecho por uno mismo). Aunque tampoco salva, ayuda a estar alerta el desarrollar un pensamiento crítico, fortalecer la autoestima y definir rasgos de autonomía para saber integrarse a grupos con claridad en cómo será la relación.
En este camino, conviene informarse sobre técnicas de persuasión coercitiva de cultos destructivos, y de otras mañas que no lo son tanto, aunque enganchan. Ojo cuando hay jerarquías en vez de grados de progreso, castigo y recompensas, un alto costo ya sea en pagos o compromisos, si piden reclutamientos o pactos secretos, y ante cualquier forma de explotar una vulnerabilidad. También acompañé en viajes psicodélicos a víctimas sexuales de sus gurús, y al respecto, existe un Código de Ética para Guías Espirituales y organismos de apoyo como Healing from Healing.
En términos más generales y con ganas de ser cada vez más libres, igual conviene aprender a cuidarse de gente dominante que de manera natural anula, aísla o influye en nuestra mente, tanto como de la propia manipulación emocional que nos permitimos recibir o aplicar a los demás. No fui tan chingón de librarme, pero tengo este ejemplo para mantenerme alerta.