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PROYECCIÓN PATERNAL

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Ciertos problemas con las figuras parentales vienen del reflejo mutuo de nuestras mañas: “Lo que te choca, te checa”; y cuando no se resuelven directamente, es común proyectar los temas inconclusos en otras personas. En mi caso con papá, pude ubicar conflictos con su autoridad en mi relación con Renato, amigo y anfitrión en el desierto, así como asumir mi necesidad de validación en algunos trabajos con Uru, Maestro en cuestiones místicas.


Desde la introducción a esta Temporada, dije haber convertido a Renato en una extensión de mi padre, y lo expliqué en el post sobre el bullying que viví de niño. Esto derivó en reacciones de sumisión o rebeldía, ante quienes pretendían imponer su palabra y formas de pensar para conducir mis acciones o criterios. Si bien causó enfrentamientos con mi amigo, agradezco a la vida el ponerme ese espejo como una prueba de autoconfianza y superación de patrones.


Básicamente, lo chocante de Renato y de papá venía de la insistencia en hacer las cosas a su modo, en echarme largos rollos para explicar las cosas más simples o al invalidar mis opiniones, aunque sólo estuviera parafraseando las suyas. Su intensidad era intimidante y su convicción incuestionable, así que opté por reprimir mi postura para poder ejercerla lejos de sus juicios. Y claro, sin imaginarlo, terminé imitando sus formas ante otros desequilibrios de poder.


La espejeada con mi M. Uru también se menciona en un post. Su instrucción formalista y de responsabilidad en la vida han llegado a detonar mi instinto rebelde, pero a la vez, me hacen más consciente para corregir vicios de carácter. “El pedo soy yo”, afirma el Maestro, máxima que procuro aplicar en este blog y cuando busco la validación de la autoridad, en vez de trabajar la inseguridad en mi desempeño.


Los detalles que checan entre Uru, papá y, obvio, conmigo, comparten un sentido de sobre exigencia. Un carácter impositivo con buenas intenciones de servicio, un pensamiento muy razonado que parece inflexible con lo ajeno, una perspectiva tan amplia como compleja para darla a entender, un discurso extenso en datos e indicaciones pretendiendo acaparar la razón. Sin embargo y gracias a su reflejo, he logrado calmar mi mente obsesiva y notar cuando interrumpo, alecciono o si cuido demasiado mis palabras para ser aceptado.


Aplicando el dicho a estas tres figuras de autoridad, diría que su disciplina me choca y su perfeccionismo me checa. Es raro, pero quisiera llevarlo al revés; aligerar la exigencia para ser más disciplinado de forma natural y sin recriminarme, así como soltar actitudes compulsivas con flexibilidad y confianza en mis procesos. Analizando sus reflejos, diría que me enseñan a no ser tan rudo al juzgarme (Renato), a buscar la validación en mi maestría interna (Uru) y a soltar patrones aprendidos por necesidad de aprobación (papá).


Supongo que algo de estas proyecciones surge de no haber sido padre y desconocer la contraparte de la dinámica. Siempre pensé en los hijos como la oportunidad de reconocerme en su imitación de mis mañas; en cambio, terminé pretendiendo ser un espejo para que mi papá trabajara las suyas… Y así no son las cosas, ¡qué carajo debería importarle quitarse los rasgos de personalidad que yo intento dejar de replicar!


El señor es un tipazo, cabe decir, lo cual no nos salva de conflictos. Opino igual de Renato y Uru, pero en función de este post, apenas son su reflejo. ¿Será posible evitar el choque entre relaciones, haciendo un chequeo de mañas personales? Aunque aún no puedo afirmarlo, asumo tener reacciones de sumisión y rebeldía, querer imponer ideas o acaparar la razón, echar rollos que interrumpen y aleccionan, ser exigente hasta lo inflexible o perfeccionista, así como una perspectiva compleja entre la disciplina de actuar a mi modo y la inseguridad para auto validarme por buscar aceptación.


Soy responsable de proyectar mis mañas en otras personas, aunque haya mal aprendido algunas de papá. “El pedo soy yo”, como dice Uru, y las asumo a pesar de los juicios de Renato. Me refiero a las que chocan, porque los rasgos que checan abundan en el blog y se reflejan en mi gusto por trabajar la tierra y en el servicio, en poder enfrentar el encierro y el consumo de drogas, en animarme a apadrinar un niño chamula y descubrir lo mío. Por eso agradezco a la vida ser espejo de mi padre y permitirme ubicar mi reflejo en los demás.
 

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Curador editorial: Alex Ayala - Diseño y programación: Daniel Botvinik Dbcom - Ilustración: Alejandro Gutierrez "Choco"

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