
LA RISA



Este es el último post de la Temporada en San Cristóbal, por el gusto de cerrarla recordando lo bien que la pasé por allá y a lo largo de mi vida. A pesar de ser medio gruñón o a veces depresivo, el humor me alimenta desde siempre, lo valoro por encima de otros rasgos de personalidad y reconozco la risa como un recurso de enorme poder entre las cualidades humanas.
El tema me remite a mi banda de amistades en SanCris, un conjunto de personas brillantes que hicieron tan divertida la fiesta como el aprendizaje. El Mago y Chon en su filosofía de vida, Laia y Mayra por el afecto de la comunidad rosa, los Chombillos y músicos viviendo el desmadre. Pero quien más me ha hecho reír, fue mi amigo Gabor en San Miguel de Allende, al compartir nuestra simpleza de carácter durante ese viaje, que fue espejo de San Cristóbal porque también la pasé re bien por allá.
Ya sea bien o mal llevado, el humor es un recurso común en mi comunicación; sin embargo, reconozco tenerlo un poco olvidado y a veces recurro al sarcasmo. De niño me daba por hacerme el payaso, aprender chistes y decir que de grande sería comediante. Años atrás tomé un curso de “Médicos de la risa” para visitar hospitales, otro de “Yoga de la risa” para usarla como terapia, pensé en hacer stand-up para burlarme de los hippies y di un taller de humorismo en el Museo del Estanquillo con base en mi tesis de licenciatura.
La titulé “Mexicanos creativos humoristas: El humor aplicado”. Además de la teoría médica, psicológica, social y filosófica, entrevisté a personalidades que lo usaban en varios discursos como el popular (Armando Jiménez, “Picardía mexicana”), el político (Magú), el publicitario (Carlos Alazraki) y en los medios (Andrés Bustamante). Por mi parte, la escribí usando un gorro de bufón, metí viñetas de cómics, presenté un examen profesional muy entretenido y me tomé con gracia la desdicha de perder las fichas bibliográficas y que un virus borrara mis archivos.
Si entonces hubiera sido pacheco, seguro dedicaba un capítulo a ello. En cambio, hice un post sobre cómo la mariguana conecta la mente de varias maneras, por ejemplo, activando estímulos en el hemisferio derecho del cerebro. Quizá por eso se disfruta más de las cosas simples y dan ataques de risa boba al empezar a fumarla -te da el payaso-. En los textos sobre mis viajes con honguitos, también cuento cómo se detona el efecto al reírme y que aluciné divertidas pláticas con el espíritu femenino en la Ganja.
Durante ese año de viajes internos en Huautla, aprendí a llorar y reír a la vez al reconocer mis pendejadas, formando una dualidad mágica de limpieza emocional. Entendí a mi risa como un rasgo que me define y una herramienta de poder, un contacto liberador con lo externo y la voluntad propia, una antena capaz de promover la sanación, ayuda a combatir demonios y comunica a lo divino el resto de las emociones no reconocidas.
Una vez, hice una ceremonia para un grupo de “Camino rojo” que retoma tradiciones norteamericanas, en la cual me compararon con la figura del Heyoka -payaso sagrado del pueblo lakota-… y me sentí halagado. De igual modo, suelo romper con lo solemne y protocolario, mientras no se distraiga la intención del ritual. La ligereza para transmitir y aplicar el conocimiento místico, es algo que encontré en las enseñanzas de mi madre, de mis Maestros mencionados en este blog y entre mi querida banda de locos en San Cristóbal.
Con ellos compartí el humor, como la cualidad del intelecto que mejor conecta con mi esencia, y con los hongos confirmé cuánto me define, aunque a veces gruña o me deprima. La risa, por su parte, me ha demostrado su poder sanador en varios niveles: en lo físico, desde los estudios clínicos de mi tesis y visitar hospitales; en lo emocional, facilitándome superar conflictos personales; y en lo social, por su efecto rompehielos y de acercar a los opuestos.
Reír también es arma de burla o ridículo, indica menosprecio o falta de entendimiento, resulta irreverente o impropia, y según Baudelaire (con ironía), es uno de los signos satánicos del hombre. Esa dualidad me refleja todavía más.
Acepto no estar aplicando en mi vida el humor que imaginaba, pero igual me la paso rete bien y ya voy cerrando los procesos emocionales que me han conflictuado. Hago lo mismo con esta Temporada en San Cristóbal, por el puro gusto de los avances obtenidos y porque, además, ya dije todo lo que quería compartir.




