
CHAQUETA MENTAL



¡Cómo jode la vida creerse algunas cosas! Sin embargo, ciertos placebos bien pueden mejorarla. Mucho de cuanto pensamos benéfico termina por retenernos, mientras soltar las creencias que nos limitan eleva la consciencia. Lo difícil de revelar ilusiones auto impuestas no sólo está en que duele, sino porque se acumulan y encadenan de manera clandestina para torcer la realidad. En varios viajes de hongos saqué una lista de las mías.
Esto del pensamiento masturbatorio se refiere a dar por cierta una idea autocomplaciente o falsa, en general; inventar excusas o malinterpretar hechos para evadir la realidad, clichés que pretenden dar consuelo a lo injusto y confirmar patrones del statu quo, así como pensar de más o rumiar el mismo tema en un loop de elucubración. En un post lo comparo con un lavado mental propio, similar al del fanatismo sectario, la propaganda política o la manipulación del narcisista.
Ese texto involucra la chaqueta mental de complicarme para no sugerir que denuncio a mis Maestros ni culpo a Renato, mi anfitrión en el desierto, y la de haber proyectado en él una imagen de autoridad casi paternal; esto a causa de una tercera, descrita en otro post, como la ingenua pretensión espiritual de poder recibir allá una guía mística en mi destino. Muchos ejemplos más se revelaron con los honguitos en Huautla, y están en mi bitácora de viajes junto con diversos vicios de personalidad, bloqueos, ansiedades, carencias y análisis de mis loqueras también publicadas.
“Chaquetas mentales”, sólo un subtítulo entre esos temas psicoemocionales, enlista nueve viajes donde pude ubicar, entender o liberar conceptos mal aprendidos sobre compromiso y responsabilidad, o esmero contra perfeccionismo. Llamé pensamientos metástasis a los obsesivos que pudren al resto para sustentarse; asumí que me complico por acumular y encadenar ideas en función de otras; sentí drenar mi energía elucubrando en bucles sin progreso alguno… Y caramba, ¡cómo jode la vida!
En especial, pude percibir la manera de replicar patrones familiares o influencias sociales, tanto al reconocerme adaptado como en negación. Mi papá me insistía en pensar las cosas antes de hablar, y yo lo apliqué en pasar horas anticipando guiones ante conversaciones espinosas. Mi mamá me imaginaba un destino casi mesiánico, y yo lo traduje en la búsqueda ingenua de un guía en el desierto y la duda en desarrollar mi potencial.
En su carácter clandestino de evadir la realidad, seguro hay más mecanismos onanistas ocultos o enlistados en otros subtítulos de este reporte de mi inconsciente. Podrían ser la distracción fácil, querer agradar, motivos para postergar, hablar de más, andar de prisa o la sobre exigencia de mi carácter intenso. Cada quien tiene sus propias dinámicas mentales, unas más furtivas o controladas, pero no siempre son fáciles de definir porque a veces se confunden entre sí… y claro, duele asumirlas.
Por otro lado, encontré placebos en creencias egocéntricas o adoptadas por sustentar mis loqueras, gracias a los cuales me animé a romper moldes y hacer cosas raras, como una bitácora de viajes psicodélicos. Una vez observados y asumidos, se hace más fácil soltarlos al sentir cómo me retienen ahora respecto a expectativas cumplidas, tener destino, controlar vicios o, en general, pensarme más chingón de lo que soy.
Nos compramos nuestras chaquetas mentales, tanto las ilusorias como las limitantes, por las mismas necesidades de seguridad o pertenencia que conducen a estafas, sectas o sumisión al poder. Y eso sí jode la vida cuando se permite. Todas las personas aceptamos tragarnos una dosis peculiar de mentiras. La cosa está en balancear la dieta para revelar las que limitan de manera clandestina y renovarlas si nos sirven de placebo al enfrentar la realidad.
Mis pensamientos masturbatorios básicos se complican al encadenarse, elucubran loops eternos, replican patrones que proyectan o pretenden verdades torcidas. Ubicarlos, entenderlos y liberar su peso a través de hongos o al enlistarlos, no salva de repetirlos ni de creerme nuevas mañas. Pero entre estas líneas y las de mi bitácora, me aclaran lo inútil de pensarme muy chingón por querer controlar mi mente, cuando debería sentirme lo suficiente para eliminar la duda en mi potencial.




